No podemos confiar en los detectores de metales para prevenir tiroteos en las escuelas

La semana pasada, vivimos otro incidente desgarrador: un tiroteo en una escuela que dejó dos estudiantes heridos y cambió a una comunidad para siempre.

El Distrito Escolar Independiente de Dallas había implementado diversas medidas de seguridad, incluyendo detectores de metales y entradas controladas, diseñadas para proteger a los estudiantes. Sin embargo, el tirador logró acceder por una puerta que otro estudiante abrió sin querer.

Este incidente arroja luz sobre una realidad que da mucho que pensar: En este momento, no importa cuán avanzados puedan ser los sistemas de seguridad de una escuela, la verdadera eficacia depende de la cooperación y la conciencia de todos dentro del edificio. Requiere que todas las puertas permanezcan cerradas, que cada estudiante tome la decisión correcta bajo presión y que cada adulto identifique a tiempo las posibles señales de advertencia. Confiar únicamente en estos resultados ideales parece una apuesta arriesgada que ninguna escuela debería asumir.

Si bien los detectores de metales, las cerraduras y los cristales blindados son importantes medidas de seguridad, en última instancia son una última línea de defensa. Si dependemos de estas herramientas para proteger vidas, ya estamos en una situación de crisis. Estamos reaccionando en lugar de prevenir la violencia en las escuelas.

Y la prevención es el eje hacia el que debe dirigirse la conversación.

Es esencial identificar a los estudiantes en riesgo antes de que se sientan obligados a actuar de manera peligrosa, antes de que se acerquen a esa puerta lateral, antes de que nos reunamos para conferencias de prensa y vigilias con velas.

Hay dos estrategias impactantes que pueden funcionar para crear una base más segura para aquellos en crisis, y el éxito depende de que las escuelas adopten ambas para fomentar un entorno más seguro para sus estudiantes y la comunidad.

1. Líneas de denuncia en las que los estudiantes confían

En casi todos los casos, alguien sabía. Un estudiante, un amigo, un compañero de clase. Pero no dijeron nada. No porque no les importara, sino porque no sabían. cómo—o no confiaban en que hablar ayudaría o que no les resultaría contraproducente.

Necesitamos que sea fácil y seguro para los estudiantes decir algo cuando ven algo. No solo una línea de cumplimiento, sino un sistema real que funcione en el momento, sin miedo ni juicio.

2. Monitoreo digital que ve lo que nosotros no podemos ver

El Servicio Secreto lleva años estudiando tiroteos escolares. Y ha descubierto que 74% de los autores de tiroteos escolares dejaron señales de advertencia en línea. En sus chats. En sus documentos. En sus búsquedas.

No se trata de espiar. Se trata de proteger.

Hablamos de monitorear los dispositivos proporcionados por las escuelas durante el horario escolar. Las escuelas son propietarias de estos sistemas y, según la ley federal, están obligadas a monitorearlos. Con las herramientas adecuadas y profesionales capacitados que revisen las alertas, los distritos pueden detectar amenazas con anticipación y tomar medidas.

Prevención, no reacción

No se trata de miedo. Se trata de responsabilidad.

No podemos esperar a que haya un arma en el edificio para actuar. La seguridad comienza mucho antes de que suene la primera campana: con los sistemas, las herramientas y el liderazgo necesarios para prevenir la violencia en las escuelas, no solo para responder a ella.

Es hora de dejar de pensar en esto como el trabajo de otros o como un problema del mañana.

Vemos las señales. Tenemos las herramientas. Ahora necesitamos usarlas.