En Portage Central High School, las alertas de seguridad estudiantil han hecho más que detectar comportamientos preocupantes: han sacado a la luz luchas silenciosas que nadie vio venir.
Uno de esos momentos se produjo cuando una alerta de Lightspeed detectó un Documento de Google donde un estudiante expresaba profundas inquietudes sobre su imagen corporal. Una revisión posterior del historial de búsqueda reveló patrones de preocupación, incluyendo temas relacionados. Fue la primera vez que alguien, ya fuera miembro del personal escolar o familiar, se dio cuenta de lo mucho que cargaba el estudiante. "Inteligente, amable, reservado. Nunca hubiéramos imaginado que algo andaba mal", dijo el director Eric Alburtus.
En otro caso, las señales eran aún más urgentes. Un estudiante escribió: "Me siento tan desesperanzado que quizás debería haberle dicho a mi terapeuta que quiero morir". Las palabras aparecieron en un dispositivo proporcionado por la escuela y desencadenaron una revisión inmediata. El momento lo fue todo. "Ya estábamos trabajando con ese estudiante en otras preocupaciones", recordó Alburtus. "Pero no sabíamos que tenía tendencias suicidas. Si no hubiéramos recibido ese mensaje en ese momento, podríamos haber perdido a un estudiante ese día".
La respuesta de la escuela no se basa en la disciplina. Incluso cuando dos estudiantes fueron descubiertos intercambiando mensajes crueles por Google Chat —lenguaje que habría conllevado una suspensión dentro de la escuela si se hubiera dicho en voz alta—, el personal optó por otro camino. "Hemos decidido deliberadamente no considerar las alertas como medidas disciplinarias", dijo Alburtus. "Queremos que los estudiantes se sientan seguros al hablar con nosotros. Eso es más importante que el castigo".
Portage garantiza que cada alerta se trate con cuidado y urgencia. Las notificaciones se envían al personal correspondiente, incluyendo a los líderes de los planteles, al personal del distrito y a la policía escolar. Alburtus y sus subdirectores las revisan a lo largo del día: responden directamente, se comunican con las familias y se aseguran de que los estudiantes no se queden solos en momentos de necesidad.
Para Alburtus y su equipo, Lightspeed no se trata solo de tecnología; es una herramienta que apoya el trabajo humano real. "Esto solo funciona porque elegimos estar presentes para los niños".
